26 de junio de 2012

La cruz


La Cruz: Uno de los aspectos del mensaje cristiano que toca las fibras más sensibles del ser humano; y es que el hecho de que alguien dio la vida por salvar la mía, toca y toca profundo.

Es que no más hay que meditarlo un rato... vamos a hacerlo con un ejemplo.... voy por la calle, como siempre, distraído mirando el celular... voy pasando la calle y de pronto siento un fuerte golpe en el abdomen: es un desconocido que me ha golpeado tan fuerte que me ha lanzado de espaldas como a un metro... El dolor y la rabia son increíbles pues inicialmente lo considero como una agresión, pero al recuperarme y levantarme del piso veo la escena dantesca... un automóvil con una llanta sobre el andén y bajo éste el cuerpo sin vida de una persona. Sus amigos dicen que me gritaron, pero como iba con los audífonos no les escuché...y él en un acto de valentía se lanzó para empujarme y sacarme de la vía. Lastimosamente ese hecho heroico cobró su vida.

Es complicado cargar con la responsabilidad de saber que una vida humana fue ofrecida para salvar la mía; y más complicado aún si al conocer esa vida humana te das cuenta de la excelente persona que era. Es un peso enorme cuando uno muchas veces siente que va por la vida sin dirección y sin sentido, y descubre por otro lado que aquél que te salvó era una persona brillante que sabía y tenía claros sus objetivos en la vida. A caso mi vida valía tanto como para ese canje tan injusto?

Bueno, la cuestión con Cristo es similar, pero guardando las proporciones.

Dios, el creador al que todos conocemos, al ver que yo estaba en peligro de muerte envió a su hijo a que me salvara y en medio de mi ceguera lo único efectivo era lanzarse y sacudirme así eso significara morir en el camino por el que yo iba pasando... el camino de la muerte.

El saber que fue el mismo Dios quien vino por mi, y entregó su vida, y que dijo que él era mi amigo y que por mis faltas le escupieron, le azotaron, le golpearon, lo crucificaron y murió; toca las fibras más profundas de cualquier judío y por extensión, debe tocar las mías.

La reflexión que deberíamos tener es esta:

Hace cuánto que no sientes la responsabilidad de haber recibido una segunda oportunidad para vivir a plenitud? (Como el soldado Ryan)

Hace cuánto que no sientes el dolor y la pena de que el mejor amigo puso el cuello para recibir la muerte que solo tu merecías?

Hace cuánto que no sientes en el estómago ese afán de tener que hacer algo (sacrificar la vida también si es posible) por los demás?

Hace cuánto que no sientes en el estómago ese afán de tener una misión (testamento-alianza-pacto de un buen amigo) y no haber hecho nada?

Hace cuánto que no te sientes indignado contigo mismo por ser como una estatua de piedra en una iglesia que te llama a ser un héroe que salva vidas?


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