Hoy me despierto como cualquier otro día, tal vez un poco tarde por haber aplazado demasiado tiempo la hora de ir a dormir la noche anterior.
Antes de salir a trabajar, hago mi lectura diaria. El autor me habla sobre el gozo, la alegría por la vida que debo procurar tener a cada momento de mi vida. Y es que la alegría de vivir debería ser una constante en nuestro corazón; alegría por las cosas pequeñas, alegría infundida por el gozo del Espíritu Santo, alegría que perdura y que permanece cuando tenemos que enfrentar las dificultades de la vida. Escribiendo este post recuerdo algo que leí hace mucho tiempo que decía que la única parte de nuestro cuerpo que no nos pertenece es el rostro. Nuestro rostro puede expresar e inspirar sentimientos o actitudes en otros. Qué mejor que siempre tengamos una sonrisa a flor de piel; ya que podría ser aliento para otros.
La época de navidad es especial, donde invitamos y nos disponemos a que Jesús nazca una vez más en nuestros corazones. Si pensamos en las actitudes de los niños, vemos que siempre son alegres, que no se preocupan por cosas que ni siquiera saben si van a pasar, fácilmente perdonan a los demás, se gozan y maravillan por cada pequeño descubrimiento que hacen. Por eso te invito a que en ésta época permitas que el Niño Dios, el Pequeño Jesús nazca en tu corazón y te dejes contagiar de su alegría.
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